EL SUR TAMBIÉN EXISTE

Si fuesen míos los paños bordados de los cielos, tejidos con luz de oro y plata, los paños azules, sombríos y oscuros de la noche, la luz y el crepúsculo, los tendería a tus pies. Pero yo, siendo pobre, sólo tengo mis sueños. he esparcido mis sueños bajo tus pies. Camina suave porque pisas mis sueños. w.b. Yeats





"Pero aquí abajo abajo,cerca de las raíces,es donde la memoria ningún recuerdo omite. Y hay quienes se desmueren y hay quienes se desviven y así entre todos logran lo que era un imposible. Que todo el mundo sepa que el Sur también existe" Mario Benedetti.


"Un escritor es algo extraño. Es una contradicción y también un sinsentido. Escribir es aullar sin ruido" M. Duras http://t.co/


lunes, 31 de agosto de 2015

LOS JAZMINES TAMBIÉN PERFUMAN LA OSCURIDAD. Ana María Manceda

LOS JAZMINES TAMBIEN PERFUMAN LA OSCURIDAD
               Mención de Honor en concurso “1° CONVERGENCIA NACIONAL DE CUENTOS JUNINPAIS 2002) Editado en antología Editorial”EDICIONES DE LAS TRES LAGUNAS”. Junín.Pvcia.Buenos Aires.

              autor: ANA MARÍA MANCEDA

                                     



El calor la asfixiaba. Desde el patio le llegaba el aroma de los jazmines del país, penetrando y perfumando su piel. Se oía la estridente sinfonía que producía el croar de las ranas. Corrió suavemente la cortina de encaje; la negra Tomi, como Rosarito la llamaba, cruzaba su pesada silueta por entre las vasijas repletas de flores y esquivando diestramente el aljibe, hacía equilibrio con una  gran fuente repleta de pasteles que tenuemente brillaban de almíbar  «Seguramente los lleva para las habitaciones de la servidumbre, allí entre murmullos y suspicacias sobre la vida de los patrones, entre risas pícaras y bebiendo chocolate o tés de yuyos humeantes, vaciarían la bandeja, las muy diablas» , pensó la joven.
                  La oscuridad iba cubriendo la ciudad, Rosarito apagó las velas del candelabro y con una amplia capa negra se tapó el primoroso camisón de blancas puntillas que cubría su juvenil cuerpo. Su pelo castaño quedó oculto bajo la capucha del abrigo. Salió sigilosa, la noche nublada presagiaba lluvia, nada le importaba, su ilustre Tata estaría charlando y bebiendo licores con sus amigos en la sala, dejando caer miradas lascivas sobre las caderas y pechos de las púberes esclavas. Su religiosa madre  rezaría el rosario, arrodillada ante el altar que dispuso en su cuarto, rogando por la bendición de la virtud de su hija.
                   Se adentró por las calles barrosas, desoladas, apenas iluminadas. Sentía la libertad en su cuerpo y en su alma. Salía a sentir la vida. Los olores eran más fuertes lejos de las rejas y los muros de su poderosa familia. Las  risas, el sonido de los tamboriles, reemplazaban  a las tertulias de intrigas políticas que predominaban en su casa.  Quedaban en otro espacio, distantes,  el sonido de su piano, el aleteo de los abanicos  de las damas que tapaban el rubor ante un comentario indiscreto, el rum-rum de las sedas y satenes, deslizándose por los  baldosones.

                                      



                   Luego de andar unas cuadras, sintió unos pasos que se le aproximaban, su cuerpo se estremeció, creyó desfallecer y se apoyó contra un viejo portal. Los pasos se acercaban, luego el silencio. Todo era oscuro, pudo sentir el olor y la calidez de ese cuerpo tan deseado que a su vez quedó impregnado del perfume a jazmines de la joven. Las blancas puntillas resaltaban aún más entre las caricias de las oscuras manos de José. El torbellino sensual de los movimientos  y las quedas palabras amorosas fueron  aquietando la pasión, de manera sutil regresó el silencio, solo quedaba  la débil vibración de las respiraciones entrecortadas.
                   El regreso fue escondido, ligero. La llovizna cómplice atenuaba el poco ruido que producían los pasos juveniles. Ya dentro de la casa, al pasar por la habitación de la negra Tomi, escuchó la música y las risas. No soportó dejar de compartir y sin dudarlo abrió la puerta y entró. Las negras transformaron sus caras de alegría en las de terror, Rosario les hizo un gesto  de silencio con su dedo índice sobre su besada boca y un ademán como que sigan la fiesta y la fiesta siguió. La niña tomó un pastel almibarado y lo comenzó a saborear plácidamente, mientras Tomi le alcanzaba con sus morenas manos una taza de humeante té. Se miraron, Tomi le sonrió y Rosarito satisfecha de tanto placer observó que la negra tenía la misma sonrisa que su hijo José.***




                                      
                                                   


                                  
                                  
                                                                              
           
       


2 comentarios:

  1. Excelente, si es que entendí bien. ¿Rosarito se encontraba con el hijo de la "negra Tomi", sin saberlo? En esa época hubiera sido escandaloso...guay!
    Esperemos que no surja un pequeño José de esos encuentros secretos. La mamá la manda a un convento para parirlo! Y luego Rosarito se tendrá que casar con un viejo ricachón, que la comprará por poca plata, sin importarle que ya no sea virgen. Abrazos!

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    1. Está bueno, las familias muy conservadoras tenían tantas intrigas y "pecados" más crueles y misteriosos que en la vida de la gente común de esa época. Gracias por tu comentario. Cariños

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