EL SUR TAMBIÉN EXISTE

Si fuesen míos los paños bordados de los cielos, tejidos con luz de oro y plata, los paños azules, sombríos y oscuros de la noche, la luz y el crepúsculo, los tendería a tus pies. Pero yo, siendo pobre, sólo tengo mis sueños. he esparcido mis sueños bajo tus pies. Camina suave porque pisas mis sueños. w.b. Yeats





"Pero aquí abajo abajo,cerca de las raíces,es donde la memoria ningún recuerdo omite. Y hay quienes se desmueren y hay quienes se desviven y así entre todos logran lo que era un imposible. Que todo el mundo sepa que el Sur también existe" Mario Benedetti.


"Un escritor es algo extraño. Es una contradicción y también un sinsentido. Escribir es aullar sin ruido" M. Duras http://t.co/


lunes, 27 de julio de 2020

LIN YUTANG

Lin Yutang 林語堂/林语堂 (Fujián 1895-Taiwán 1976) fue una de las figuras intelectuales más relevantes de la China republicana y, probablemente, la más reconocida en su tiempo a nivel internacional, gracias a sus esfuerzos por promover la cultura y la literatura de China en Norteamérica y Europa a través de los entonces incipientes circuitos de la industria editorial. Esta visión cosmopolita tuvo mucho que ver con su entorno familiar.
Nació en una pequeña localidad en las montañas cerca de Amoy (actual Xiamen), hijo de un ministro presbiteriano chino. Por inercia familiar, Lin fue educado en la Universidad Saint John de Shanghái, donde recibió una formación de corte “occidental” y en inglés. Su temprana exposición a esta lengua explica su posterior capacidad para expresarse en ella con un estilo propio y depurado. No obstante, también tuvo la oportunidad de formarse en la tradición china en sus años en la Universidad Tsinghua de Pekín, donde estudió entre 1916 y 1919. Posteriormente, marchó a Estados Unidos, a la Universidad de Harvard, para continuar sus estudios en el departamento de Literatura Comparada. Las dificultades económicas personales lo llevaron a marcharse de Estados Unidos a Francia y, más tarde, a Leipzig (Alemania), donde se doctoró en lingüística.
En 1923 regresa a China y trabaja como profesor en la Universidad de Pekín. En estos años, dominados por el personalismo de los Señores de la Guerra, Lin se ve inevitablemente abocado a pisar las movedizas arenas de la política. Su actitud crítica en algunos aspectos le granjeó ciertos inconvenientes que le hicieron marcharse de nuevo a Amoy. En 1927 forma brevemente parte del ministerio de Exteriores del gobierno del KMT, pero ese mismo año, decide mantenerse al margen y no implicarse en política –al menos de forma clara y directa.
Lejos de la marabunta de los gobiernos, Lin Yutang se dedica de lleno a su labor académica como lingüista y a la literatura. En estos años de remanso y visión distanciada de las cosas, edita una revista, Lun Yu. El nombre de la revista, que hace referencia a la obra atribuida a Confucio, suponía toda una toma de partido en una época dominada por el Movimiento de la Nueva Cultura, que precisamente consideraba la tradición como un lastre del que China debía deshacerse para avanzar. Lin, por el contrario, concedía valor al legado de la tradición, razón por la que su revista se ganó el rechazo de figuras de la izquierda como Lu Xun.
En estos años escribe, a instancias de la novelista estadounidense Pearl S. Buck, el libro Mi país y mi gente (吾國與吾民), con la idea de “explicar” china al mundo occidental. Publicada en 1935, se convirtió en un enorme éxito de ventas y popularidad.
La clave del éxito estadounidense de Lin Yutang en los años 30 puede explicarse por su estilo sofisticado y, al mismo tiempo, cercano al lector, jugando también con cierto toque de “exotismo” y una pátina de “sabiduría milenaria para los tiempos de hoy” que garantizaron su éxito comercial.
La inercia del éxito y las prometedoras perspectivas que se le auguraban lo llevaron a regresar a Estados Unidos, donde continuó publicando en inglés artículos y libros como The Importance of Living (La importancia de vivir, 1937) o la novela Moment in Peking (Momento en Pekín, 1939). Cuando esta última se publicó, la guerra ya había comenzado en China. Con China invadida por Japón y varias facciones chinas enfrentadas, Lin fue politizándose de nuevo en sus escritos para defender la causa de su país. Sin embargo, con la Guerra Mundial ya tocando a su fin, su popularidad fue decayendo. En ello tuvo que ver el cariz menos congenial y más crítico de algunas de sus publicaciones, como Between Tears and Laughter (Entre risas y lágrimas, 1943), en la que calificaba “Occidente” de racista e imperialista. La fría acogida lo llevó, de nuevo, a alejarse de temas de actualidad y concentrarse en la tradición.
En los años siguientes Lin se dedicó a la traducción y el estudio de la literatura y el pensamiento antiguos, siempre con la perspectiva de su difusión entre el público europeo y norteamericano.
Tras unos años difíciles y de estrecheces económicas, en los que pasaron por Francia, Singapur y Nueva York, y sin poder regresar a China por sus desavenencias ideológicas con el gobierno comunista, Lin marchó a Taiwán en 1965, con ocasionales estancias en Hong Kong. En estos años redacta el Diccionario Chino-Inglés de Uso Moderno, uno de los hitos de su carrera, junto con la invención de una máquina de escribir para el chino, la Mingkwai. Fue nominado en varias ocasiones al Premio Nobel de Literatura.
Obras destacadas:

LA FAMILIA DEL BARRIO CHINO.LIN YU TANG-

Resumen y sinópsis de La familia del barrio chino de Lin Yutang

En los primeros años del siglo XX el señor Fong regenta una modesta lavandería en el barrio chino de Nueva York. Tras años de duro trabajo, decide traer de China a su mujer y a sus dos hijos pequeños, Tom y Eva. Esta es la historia de una familia que representa una generación de emigrantes y también del desarrollo de una ciudad, la misma que retrata John Dos Passos en Manhattan Transfer. Se narra aquí la vida de los dos jóvenes protagonistas y los acontecimientos que les rodean: la guerra chino-japonesa, la segunda guerra mundial, el amor, la muerte, pero sobre todo la vida de una ciudad, la misma que hizo gritar a Frank Sinatra y Gene Kelly ¡New York, New York!

LIN YUTANG. LA IMPORTANCIA DE VIVIR-


Lin Yutang, la importancia de vivir (Relatos y reflexiones)



“…hemos visto la herencia mortal del hombre, el papel que comparte con el mundo animal y sus consecuencias sobre el carácter de la civilización humana. Pero todavía vemos que el cuadro no es completo. Falta algo aún para llegar a un concepto completo de la naturaleza humana y la dignidad humana. ¡Ah, dignidad humana…ésa es la palabra!” Lin Yutang, La importancia de vivir.
Lin Yutang, uno de los grandes escritores y embajadores de la cultura china en occidente.
 / EFE
Lin Yutang, uno de los grandes escritores y embajadores de la cultura china en occidente. / EFE
“Este es un testimonio personal, un testimonio de mi propia experiencia de pensar y de vivir. No lleva la intención de ser objetivo ni tiene pretensión de establecer verdades eternas. En verdad, desprecio casi las pretensiones de objetividad en filosofía; lo que vale es el punto de vista. Me hubiera gustado llamarle "Una filosofía lírica", empleando la palabra "lírica” en el sentido de perspectiva sumamente personal e individual. Pero sería ése un nombre demasiado hermoso y debo renunciar a él, por temor a apuntar demasiado alto y llevar al lector a esperar demasiado, y porque el principal ingrediente de mi pensamiento es la prosa llana, un nivel más fácil de mantener porque es más natural” (La importancia de vivir, Traducción de Román A. Jiménez Editorial Sudamericana Buenos Aires 6ª Edición, Julio 1943). Con estas sencillas palabras, Lin Yutang nos ofrece el abrebocas de la que es en mi concepto, una de las obras más bellas y mejor logradas en la historia de la literatura mundial, tanto por su concepción, como por su expresión poética y la simpleza con que aborda cada uno de los aspectos de la vida, reflejo de ese espíritu chino de la Holganza, que ha bebido en las fuentes milenarias del budismo, el confucionismo y el taoísmo, pero igualmente como narrador moderno,  nos transporta por el camino empolvado, a la montaña añorada, al instante cotidiano, de una manera sencilla y jocosa, como crítica, para susurrarnos al oído el secreto de la felicidad, y para conversar sobre la vida, y de paso, sobre la existencia de una cultura que ha sido vista por occidente más como misteriosa y temida, que admirada y respetable: una civilización que lleva mucho tiempo cavilando.


Hoy más que nunca, en la presente coyuntura histórica, resulta de una importancia capital, conocer esta colectividad milenaria, que le ha aportado a la humanidad innumerables inventos y descubrimientos, al punto que, Europa no sería hoy lo que es, de no haber tenido contacto e influencia con ellos, por quienes conocieron la pólvora y la brújula –entre otras cosas-, elementos que le dieron un rumbo totalmente distinto a los viajes y a la guerra, como a la conquista del mundo.

Lin Yutang curiosamente tuvo una formación cristiana, gracias a que su padre se convirtiera en presbítero e introdujera la doctrina católica entre los chinos. A pedido de él, se le encomendó continuar con las liturgias, a lo que Lin contestó señalando, que antes de hacerlo, iría a conocer la cultura en la que esta religiosidad se desenvolvía, y de acuerdo a ello tomaría una decisión. Luego de obtener una beca en Harvard, desistió para emprender viaje a Francia y posteriormente a Alemania, donde se doctoró en la universidad de Lepzig. En 1923 obtuvo la cátedra de literatura inglesa en la universidad de Pekin y en 1928 volvió a Estados Unidos donde promovió la literatura china, con el ánimo de establecer un puente entre oriente y occidente. Se sabe que estuvo de paso en Colombia a mediados de 1960. Fue varias veces nominado al premio nobel de literatura y escribió varias obras hoy esparcidas por el mundo, por las que recibió reconocimiento internacional, como son algunas: Mi país y mi gente (1935) y La importancia de vivir  (1937),  Entre las lágrimas y la risa (1943), La teoría china del arte (1967), Momento en Pekín  (1939) y La puerta bermellón  (1953), Diccionario de chino moderno y Una hoja seca al viento (1973) .
La importancia de vivir, es en un sentido muy profundo –y después de su periplo por el mundo occidental-,  un reconocimiento y una reconciliación con sus raíces chinas, una vuelta a su hogar, a su historia y a esa riqueza espiritual milenaria que nos ofrece en cada página, como si nos estuviese sirviendo su más preciado té. Se huele el perfume de la tierra, de las flores, nos lleva por valles y montañas, nos pone a soñar en noches de estío acompañados de vino de arroz, pero igualmente nos deleita con la poesía natural de sus ancestros, y siempre lleno de humor y sabiduría. Nos hace saber que aquella Antigua china, desdeñó los tratados y los escritos extensos, que sus plumas nunca levantaron demasiado vuelo, porque a diferencia de nosotros, nunca se distanciaron de la vida, siempre prefirieron perseguir la esencia de un perfume primaveral, que una disertación sobre el valor de los sentidos, un poema, que la especulación filosófica, y lo razonable antes que la lógica. Así, nos deleita Lin Yutang, con lo que él considera parte del espíritu chino de la Holganza, o la vida contemplativa de quien ha logrado desapegarse de las cosas innecesarias para detenerse y exclamar: “es un día caluroso de junio, cuando el sol pende quieto del cielo y no hay un hálito de viento o de aire, ni una traza de nubes; el patio y el jardín son como hornos, y ni un pájaro osa volar. El sudor corre por todo mi cuerpo en arroyitos. Ante mí está la comida del medio día, pero no la puedo tomar, por el calor. Pido una estera para estirarla en el suelo y tenderme, pero la estera está empapada de humedad y las moscas vuelan como en un enjambre y se me posan en la nariz y no quieren irse. En este momento cuando me siento tan completamente desventurado, hay un trueno repentino, y grandes masas de nubes tapan el cielo y se acercan majestuosamente como un gran ejército que avanza a la batalla. Comienza a caer el agua  de la lluvia como catarata de los aleros. Cesa el sudor. Desaparece la pegajosidad del suelo. Todas las moscas se marchan para esconderse, y puedo comer mi arroz. ¡Ah!, ¿No es eso felicidad?  Este aparte pertenece a la compilación llamada “Los treinta y tres momentos felices de Chin”, título que acompaña otros tantos con sugestiva naturalidad como: “De flores y mujeres”, “De tenderse en la cama”, “ De ser mortales”, “De la conversación”, “El celibato, rareza de la civilización”, “De ser díscolo e incalculable”, “De ser humano”, “De la juguetona curiosidad: La elevación de la civilización humana”, “del sentido del humor” “El goce del hogar”, “de ponerse biológico”, “El goce de la vida”, “El goce de la cultura”, “El buen gusto en el conocimiento”, “El arte de leer y escribir”, “¿Por qué soy pagano?”, “El arte de pensar”, “De ser razonable”; o como sencillamente dice refiriéndose al goce de fumar, cuando señala que es más grave el daño que le hace el no fumador al fumador, que el fumador al no fumador, por cuanto el que fuma hace daño físico al que no fuma, en tanto este último le hace un daño psicológico, bajo una pretensión moral de superioridad, sin tener en cuenta que quien fuma -para este singular chino-, pasa mayor tiempo  con la boca ocupada  y  en consecuencia, dice menos estupideces.

Una de las curiosas ideas que nos transmite Lin Yutang, hace referencia –gracias a su fina observación-, acerca del carácter y el temperamento de algunas culturas, sobre las que define su comportamiento de acuerdo a la prioridad que le dan en cada país a,  1) “R”=  sentido de realidad (o realismo) 2) “I”= por sueños o idealismo. 3) “H”= por el sentido del humor y  4) “S”= sensibilidad. De esta manera sugirió de acuerdo a una escala numérica de 1 a 4 según su intensidad, cada aspecto, de tal manera que acorde a estos parámetros concluyó algo así: R3I2H2S1 = ingleses. R2I3H3S3 = franceses. R3I3H2S2 = norteamericanos. R3I4H1S2 = alemanes. R2I4H1S1 = rusos, y los chinos = R4I1H3S2. ¿Cuál podría ser acaso, nuestra escala criolla? Lin Yutang considera que esta medida resulta mucho más interesante y aproximada a la realidad, que los test de inteligencia.

Como muchos otros pensadores europeos a inicios del siglo XX, Lin Yutang señala la escalada del pensamiento cintífico-racional, como necesario, pero igualmente cojo. Aboga por un pensamiento razonable, o la necesidad del pensamiento humanizado, toda vez que considera que pensar es un arte y no una ciencia, al tiempo que señala el pensamiento occidental como excesivamente especializado y frio, y por tanto inhumano, mientras en China se preocupan más por los aspectos del vivir. Así pues, remite este contraste de estudios entre oriente y occidente, a la oposición entre la lógica y el sentido común, dice: “La lógica, privada del sentido común se hace inhumana, y el sentido común, privado de la lógica, es incapaz de penetrar los misterios de la naturaleza”, así señala igualmente la crisis de la educación en su masificación, como en la idea de privilegiar el conocimiento y al erudito por encima del pensar y de quien aprende a discernir. Recuerdo que en los inicios de la década de los noventa, cuando se había declarado la guerra abierta contra el narcotráfico, el alcalde de Washington al ver los fracasos de nuestro gobierno para atrapar al reconocido capo Pablo Escobar, había propuesto en el senado de los Estados Unidos bombardear Medellín, como quien fumiga para erradicar un cultivo, pero en su empeño contamina fuentes de agua, acaba con fauna y flora y genera mutaciones en la población, porque el fin justifica los medios, beneficia el negocio y se cumple con el propósito previsto. ¿Es esto razonable, le apunta a la lógica, pero también al sentido común? 
Lo interesante de esta perspectiva humana que exalta Lin Yutang sobre la China anterior a la Revolución de 1949 en cabeza de Mao Zedong, se convierte en un referente obligado de carácter reflexivo e histórico, para el mundo actual, pero igualmente para la misma China contemporánea, en lo que le concierne a su destino como nación y potencia mundial, si además tenemos en cuenta que ostenta la increíble cifra de mil trescientos noventa y tres millones de personas aproximadamente. Con una población de este tamaño no se puede ser menos que razonable, aspecto que hacia el final de su obra, de manera consecuente con su sentir y pensamiento, Lin Yutang señala sin dejar de lado su humor, que las naciones razonables viven en paz, y los maridos y esposas razonables viven con felicidad. De hecho, China es considerada el imperio más pacífico de la tierra y salvo por sus guerras intestinas como la invasión al Tibet de los budistas, no se compara con las propuestas bélicas de los europeos, ingleses y el pueblo norteamericano. Ojalá para las condiciones actuales, nuestros gobernantes sean lo suficientemente cuerdos como sosegados sus egos, para ver si al fin podremos vislumbrar como decía el autor de la importancia de vivir: “La Era Razonable, si alguna vez se produce, será la Edad de la Paz. Será la edad en que predomine el Espíritu de lo Razonable”.

jueves, 16 de julio de 2020

FAULKNER, TIEMPO Y LITERATURA

FAULKNER, TIEMPO Y LITERATURA
William Faulkner está en la raíz de mi narrativa por su idea del tiempo, algo que desde mis inicios me obsesionó tanto como el estilo (“el estilo es el hombre”, dijo el conde de Buffon).
Al principio me sentía muy frustrado porque nunca podía contar una historia completa –en su sentido absoluto- si seguía los recursos convencionales del realismo. Me decía, por ejemplo, si veo un hombre por la calle podré escribir "ahí va Fulano camino del trabajo, como todos los días", pero no podía dar cuenta de qué había hecho Fulano antes o haría después, ni tampoco qué había soñado ni qué iba pensando en ese momento en que lo sorprendía por la calle “camino del trabajo". Siempre tenía la sensación de que me faltaba información para argumentar la narración. También el inicio y el final del relato eran discutibles, porque antes y después de los mismos habían sucedido cosas determinantes para que el suceso narrado se diera. La “historia” era siempre un fragmento de una narración mayor.
Faulkner me abrió los ojos para que rompiera con las limitaciones del realismo y del brete argumental, y me centrara en el lenguaje. Sin embargo, la experiencia de narrar a partir del lenguaje es mucho más que un recurso formal. Es asumir la imposibilidad e impotencia de abarcar la totalidad que el lenguaje nos revela y al mismo tiempo la necesidad de dar cuenta de una experiencia esencial.
Del mismo modo que no podemos pensar el universo en su totalidad, tampoco podemos narrar honesta y libremente la totalidad de una historia y lo que hacemos es dar cuenta de los fragmentos que de ella entrevemos en la alucinación de la escritura. Y digo alucinación y no testimonio, porque no hay certeza de lo que se ve o entrevé en el vértigo de la escritura, porque en la dimensión del lenguaje, las coordenadas del tiempo y del espacio quizás son reflejos, espejismos de la totalidad que se nos escapa. Y si esto es así, la escritura, como quería Camus, es expresión de una ética que compromete nuestra existencia y lo que somos en relación a los demás.
Desde este punto de vista la escritura, una de las formas de la creación artística, es también un ejercicio de libertad que vincula en la misma dimensión al creador y al lector; un “acto de resistencia a la muerte”, como dice Gilles Deleuze citando a Malraux. Esta escritura que acepta su naturaleza fragmentaria rechaza el argumento en tanto éste responde al sistema controlado de consignas que, según el nombrado Deleuze, constituye la información. Esta escritura, concebida como “acto de resistencia a la muerte”, se opone por naturaleza al mandato del sistema y trasciende los cotos espacio-temporales para dar cuenta de una humanidad viva. De aquí su perdurabilidad frente a la caducidad de la escritura de información de la industria editorial impuesta como uno de los recursos de control social.
[Publicado en El Corredor Mediterráneo, 912, del 15/07/2020]
Rynaldo Fortoul y 25 personas más
5 comentarios
4 veces compartida

viernes, 10 de julio de 2020

Manceda



ANA MARIA MANCEDA




EN LA NIEVE.




La noche está allí, detrás de las ventanas.
La nieve se refleja posada en las hierbas
y cuelgan las estrellas de las ramas heladas de los árboles.
Con solo estirar mi brazo, aún a través del límite de los vidrios
podría tomarlas para adornar mis ojos.
Si la valentía me sorprendiera abriría la puerta
y recostada en la hierba nevada tomaría un baño de luz
sonriendo a la noche con mis ojos adornados  de estrellas
que cuelgan de las ramas heladas de los árboles.
Pero sigo mirando detrás de las ventanas.
Mi aliento, llanto de recuerdos empaña los vidrios.
Me rebelo.
Rotos los vidrios estallan en la nieve,
yo también, rota, estallada,
yo también en la nieve, me rebelo.


(En antología “ Navegantes en la Patagonia, Nyc y Vyq” Editorial Tribu Salvaje. Neuquén.2011)

    (C) ANA MARÍA MANCEDA




LA ABUELA ROSARIO



Crecí junto a ella, la abuela Rosario.
La vida nos trajo hacia tierras húmedas
rociadas, mojadas por gotas de plata.
Quedaron tan lejos los cañaverales
las zambas, los ritos, pequeños lagartos.
Quedaron las tumbas, fantasmales gritos
de guerras patrióticas, de indígenas sabios.
Quedaban...quedaban...todas las raíces
el trópico, la selva, los cerros
perfumes lejanos.

¿Qué trajo con ella la abuela Rosario?
Más que palabras evoco sus silencios
trágicos silencios, silencios de ausencias
y su mirada, tierra oscura de musgos,
doliente, sorprendida de ver horizontes.
Su olor a naranjos y su caramelo de menta
y el cigarrillo de chala que fumaba por semana.
Sus velas, sus santos, su fe inquebrantable.

En la gran cocina de la casa platense
ella esculpía, pintaba con sus manos mágicas
el aroma lujurioso, el sabor profundo, misterioso
de las antiguas, exquisitas comidas del Noroeste;
tamales, tortillas, locros, empanadas
ají molido, cebolla de verdeo, ternura
y una niña quieta que heredó nostalgias
mirando asombrada, como se amasaba
con las manos mágicas, repletas de historia
un destino errante.
Imágenes, largos cabellos canosos, peinetones
Imágenes, arrugas morenas y el tiempo
abuela Rosario.
Está por nevar y no entiendo
al viento, a tu ausencia, ni a iconos olvidados
 de la infancia.

                                               (C) ANA MARÍA MANCEDA



¿COMPLICIDAD?


Fue un año duro
Viajé desde la nieve a la infancia.
Muy fatigada
¡Tantos otoños dorados me pasaron!
Y tú estabas ahí
en una casa que nunca habité
como si al mudarte me arrancaras
para siempre de tu vida.
Tu mirada era dura,
te estabas muriendo
y tu mirada era dura
¿Cuál  era el reproche?
No pensabas que viajaba
cientos de kilómetro atravesando
soledades
soledades y abismos.
Llegó el invierno, no nos despedimos.
Todo quedó paralizado
Regreso
vacía, huérfana, estéril.
Me refugio en mi hogar de la nieve
Planea la primavera
se atrasó la floración en el jardín
y la ladera de los montes.
¿Complicidad?
Debe existir algo mágico
llegas tú, joven eternidad
la naturaleza estalla
en mi jardín casa de nieve y
en las laderas de los montes.
Todo está florecido

                                              (C) ANA MARÍA MANCEDA







QUEDÓ INVISIBLE EN EL AIRE.     




Eran los gorriones, los tilos y los azahares de los naranjos
pisoteados en las veredas. Aljibe de olores.
Y tu juventud, y la mía y la de nosotros.
Era el brillo del crepúsculo de la luna llena, explosiva
instigando a las hormonas, provocando a las arenas de la playa
 a reflejar su luz ya reflejada,
 y se burlaban los cabellos brillando más,
 y los dientes nacarados, impúdicos,
se mostraban descarados con las risas,
cuando el agua leona del río era un ancho desierto plateado.
Eran los asados en los elásticos de las camas turcas, los brindis,
y nosotros saltando en el aire con nuestras ilusiones
acariciando el cerebro.
Nuestras miradas titilando por un poco de humo en los ojos,
un compañero había llegado al principio del camino,
tenía un haz de arco iris en sus manos.
Era tu juventud, y la mía y la de nosotros,
chorros de vientos ocupando cada intersticio de la vida,
de esa ciudad, de esa época, de esa generación.
La sombra del hombre quebró la luz, no pudo quebrar
esas hebras de tiempo.
Aún, entre las tinieblas de los años, diviso el pasado.
Es la vida, la vida suspendida en el cosmos,
la piel de mis dedos quieren acariciarla, no puedo
sí mis otros sentidos, que deshilachan, navegan el tiempo.
Así,  quedó transparente, invisible en el aire,
tu juventud,  la mía y la de nosotros,
cuando el  agua leona del río era un ancho desierto plateado.


(En Antologías y “ Diario de los poetas” Marzo 2010)

                    
                                              (C) ANA MARÍA MANCEDA
     


 
       
                           






SOY TRANSPARENTE. 



Soy transparente
no porque sea bella
etérea, luminiscente,
soy transparente
porque soy mamá
de un hijo adolescente.

El vaga por la casa
repartiendo de forma dadivosa
calzones, medias, zapatillas.
soberbia juventud sonámbula
no me ve, no me oye
pasa a mi lado
de figura de fantasma
dejándome la estela
del perfume a esperanza.
y se prende, mi amor
en ese aroma.

 Yo sé
que estoy sembrando semillas
que germinarán
cuando él sea padre,
mientras tanto
desde mi transparencia
armo todo los días
este hogar de plantas
perros y gatos.

Soy transparente
tengo un hijo adolescente
pero sé
que en la historia de mi vida
esto es solo un rato.


MENCIÓN DE HONOR Y ANTOLOGADO PARA “JUNIN PAÍS” 2003.B. AIRES,ARGENTINA.

    (C) ANA MARÍA MANCEDA
                        

                        
*ABANICOS DEL OLVIDO*

   Noche y las sombras de las hojas de los árboles
   nocturnos. Abanicos fantasmas refrescando amores
   en  las puertas de los zaguanes.

                                           El aire del trópico, la música caribeña  de la

   radio se expande en los recuerdos. Día, feria,
   olores de verduras y frutas. La humedad y el calor se         
                                           adhieren a la eterna piel de la juventud que iluminará                                                                                                           todas las primavera por venir. Risas. Puerto y tango.                      
   Melancolía. Sonido vibrante. Amores, locos amores.                                                               
   Crepúsculo ¿Ocaso?  Qué importa!
 La noche me espera con las sombras de las hojas
   de los árboles nocturnos. Fantasmas. Hay un zaguán
   largo, muy largo, se oyen suspiros y un suave aliento. 
  Y cientos de abanicos deslumbrados, olvidando amores.                                                        

        
                            (C) ANA MARÍA MANCEDA
                          


ANA MARÍA MANCEDA


 Nacío en Tucumán, radicada actualmente en San Martín de los Andes en la Patagonia Argentina. Docente secundaria e investigadora, desarrolla una activa colaboración en numerosas revistas literarias tanto virtuales como impresas, nacionales e internacionales
Publicó en numerosas ediciones colectivas  e individuales  entre los que se destacan “Voces en mi Alma” (2009) “La Noche de la Flor del Cactus”(novela 2011)-“Derrumbe y otros cuentos” (2008), “Cinco Sentidos” (2010), “El Color de las Palabras”