Literatura afrolatinoamericana y oralidad.
Entrevista con Alfredo Vanín
“Escribir desde nuestros países
contribuye a la descolonización mediante nuestra propia experiencia y visión
estética y ética”: Alfredo Vanín
|
Alfredo
Vanín.
Fotografía: cortesía Biblioteca Nacional de Colombia
|
Por:
Catalina Ávila*
Alfredo
Vanín,
reconocido escritor del Pacífico colombiano, fue uno de los invitados
especiales al primer Simposio Palabra Tomada realizado en Cartagena de Indias,
escenario en el que habló sobre literatura afrolatinoamericana y
oralidad.
Vanín es poeta, etnólogo y escritor nacido a
orillas del río Saija, cerca de Guapi (Cauca) en 1950. Estudió Literatura y
Antropología. Su obra ofrece una cosmovisión que mezcla lo afrodescendiente,
hispánico e indígena, raíces trenzadas cuidadosamente en sus poemas y en su
propuesta narrativa. Toda su obra ensalza la memoria, el Pacífico, el
cimarronaje, el erotismo y la búsqueda de un lenguaje poético propio.
Entre sus libros de poemas se destacan Cimarrón en la lluvia (1990), Islario (1998), Desarbolados (2004) y Jornadas del Tahúr (2005), y su obra poética
que reúne Cimarrón de lluvia y Jornadas del Tahúr, publicada por el Ministerio de
Cultura en 2010. También publicó la novela Los restos del vellocino de oro (2008)
y diversos trabajos etnográficos enfocados a la causa de la afrocolombianidad
del Pacífico.
Para el escritor, “la riqueza de un país pluriétnico y multicultural como el
nuestro debe reflejarse en su literatura, artes plásticas, música y danzas,
donde dialoguen los diferentes mundos, cosmovisiones y memorias”. Sobre esto y
otros temas relacionados con la literatura Afrolatinoamericana, nos habló Vanín.
- ¿Cómo contribuye la literatura a conservar, visibilizar y
potencializar la cultura e historia afrodescendiente?
Un
pueblo que no se narre a sí mismo necesariamente estará narrado desde la óptica
del otro, y en este caso del descendiente del colonizador, de buena o mala fe.
Escribir desde nuestros países contribuye a la descolonización mediante nuestra
propia experiencia y visión estética y ética. Esto permite visibilizar aspectos
culturales, morales y estéticos que no pueden ser vistos de manera directa por
quienes escriben desde afuera.
Palabra Tomada quiere generar una mirada integral sobre la
literatura escrita desde afrolatinoamérica. A un mundo global corresponde una
crítica y una mirada que desde su sitio pueda tomar posición frente a lo
global, del que todos hacemos parte, desde nuestros diferentes oficios
- ¿Qué lo motivó a visibilizar y expresar la realidad
sociocultural del Pacífico colombiano por medio de la literatura?
La motivación surge de las mismas vivencias. El Pacífico colombiano es mi lugar
de origen y el lugar que jamás he abandonado. Desde luego, las primeras
memorias, personajes, historias, surgen de allí y eso dio contornos y voces a
mi obra, tanto poética como narrativa e incluso investigativa. Yo he sido voraz
en la búsqueda de la historia del mundo y América Latina para poder entender
muchas cosas del Pacífico. Pero no un Pacífico segregado del mundo sino parte
de él, donde también transcurren historias, donde hay voces, alegrías y
quebrantos, donde hay injusticias, exclusiones y rebeldías, y donde la historia
de toda la humanidad se entrecruza de una u otra manera, así como esta región
rica en culturas, oro y biodiversidad, ayudó a cambiar el rumbo del
mundo.
- ¿Usted cree que la literatura escrita por afrodescendientes debe
enfocarse en algunos temas específicos? ¿Cuáles? ¿Por qué?
No
puede haber temas específicos para la creación artística. El autor debe
enfocarse en lo que surge desde su experiencia y momento creativo, sin
pretender enviar mensajes explícitos a través del arte, salvo cuando se trata
de un trabajo de crítica, de ensayo histórico o de propuesta académica, en
donde la sustentación metodológica es una regla. La verdadera creación
literaria es también una herramienta crítica. Los tiempos cambian. Antes era
muy urgente referirse de manera directa al proceso de esclavización y
liberación, por ejemplo, o remedar ciertas particularidades dialectales,
ciertos usos y costumbres como si aparecieran por primera vez a los ojos del
mundo. Ahora apenas aparecen en los textos, dado que las obras se han abierto a
públicos diversos y de alguna manera enfrentan nuevos desafíos históricos y
sociales, por ejemplo la globalización, la discriminación en un mundo donde
supuestamente se ha conquistado la ciudadanía plena.
- ¿Cómo percibe el estado actual de la literatura afrocolombiana y
afrodescendiente en general?
Si
bien hay un marcado camino en autores afrocolombianos, se siguen rumbos que
marcan ahora una universalidad y una integralidad al interior de la historia,
la estética y el pensamiento. Hablo de autores de distintas apuestas como Roberto Burgos Cantor (La Ceiba de la memoria), Rómulo Bustos, Óscar Collazos, Sonia Truque, y otros contemporáneos, hombres y mujeres
más jóvenes.
- ¿Qué autores afrodescendientes admira y por qué?
Entre
los autores afrolatinoamericanos debo citar a colombianos como Manuel Zapata Olivella, Arnoldo
Palacios y Helcías Martán Góngora,
por sus aportes fundantes a la narrativa, el ensayo y la poesía en nuestro
país. Desde luego Nicolás Guillén, de Cuba, por
asumir la fuerza, el ritmo y el compromiso que permitieron la palabra desde lo
negro. Y de santa Lucía y Martinica, aunque sean angloparlante el uno y
francoparlante el otro, debo mencionar a Derek Walcott y
a Aimé Cesaire por el sentido tan universal aportado
desde las Antillas, con una clara muestra de que el universo también nos
pertenece.
- ¿Cuáles libros de literatura afro son los que más le
gustan?
Toda
lista es ilimitada, pero unos de los libros escritos por afrolatinoamericanos
que más me gustan se llaman Humano Litoral (Helcías Martán Góngora), Changó el Gran Putas (Manuel Zapata Olivella), Cantos para soldados y Sones para Turistas (Nicolás Guillén); Omeros (Dereck Walcott) y Cuaderno de un retorno al país
natal (Aimé Cesaire).
Para finalizar, Vanín nos deja estas palabras:
“Palabra Tomada quiere generar una mirada integral sobre la literatura escrita
desde afrolatinoamérica. A un mundo global corresponde una crítica y una mirada
que desde su sitio pueda tomar posición frente a lo global, del que todos
hacemos parte, desde nuestros diferentes oficios: quienes cuidan los libros, el
que investiga en ellos, el que los imprime, el que los vende, el que los
propaga entre los niños y los jóvenes como un tesoro que jamás los abandonará
porque impregnará sus vidas con el toque de lo mágico, de lo perdurable”