RECUERDO A MI MADRE. ANA MARÍA MANCEDA
Sentada, con su bastón, el cuerpo
doblado, la cabeza enhiesta,
orgullosa, con todo el orgullo que
arrastró en su vida.
Vivió como pudo, con dos mil espadas,
como un Quijote
enfrentándose a los Molinos de
Viento.
Su alcurnia, sus antepasados, su
historia de clase
no podrían lastimar a sus hijos.
Erró dos mil veces el ataque
pero siempre estoica y yo, desde lejos
en espacio y tiempo
la admiro.
Sus hijos sufrieron las derrotas, pero
su descendencia brilla erguida
por una luz quizás muy explicable.
Recuerdo a mi madre, sentada, su cuerpo
doblado, el bastón apoyando su misterio y su cabeza erguida llevando como
bandera victoriosa
sus anhelos.
Aquí estoy ahora, sentada, ni sé cómo
sentada, tratando de estar erguida,
mirando, imaginando a los seres que amo
y pienso
¡Qué triunfo el de ella! ¡Le ganó a la
vida!
A las batallas perdidas, al llanto
que no pudo gritar, a las injusticias de su tiempo.
Sus nietos van sembrando infinitos campos
de ilusiones, sin espadas,
con sueños, cultura, arte.
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