... La jornada había sido intensa y todos estaban agotados. Inés aceptó la invitación de pasar la noche en casa de su hermano. Luego de despedir a Victorio, bajo la promesa de éste de ir a preparar la materia que tenía pendiente hace meses se dedicó a los mellizos. Éstos se alborotaron más de la cuenta y acapararon la atención de su tía, los disfruto al máximo, los acompañó en su baño, los ayudó a ponerse los pijamas y ante la insistencia de los mellizos les leyó unos cuentos condimentados con datos de cosecha propia. La dejaron sin imaginación, las preguntas sobre brujas y monstruos se mezclaban con personajes reales, debió buscar la forma de no alarmarlos y así lograr que se durmieran plácidos.
Una vez en su dormitorio, Inés se preparó a disfrutar de la soledad y el silencio que reinaba en la casa, situada en la zona aledaña al centro de La Plata , donde predominaban casa-quintas y residencias de fin semana. Se dispuso a seguir leyendo “Sobre héroes y tumbas” de Ernesto Sábato, se sentía más madura para interpretarlo, lo había intentado cuando tenía diecisiete años, pero le fue imposible seguir esa manera en la que el escritor expresaba la simultaneidad de pensamientos diferentes e inconexos casi al mismo tiempo, de esa permanencia del pasado en el presente, sin estar organizado cronológicamente. Siguió leyendo un rato, el cansancio la fue venciendo, el libro se le cayó de las manos y se durmió. El tiroteo comenzó a la madrugada, Inés se despertó aterrorizada. ¡Pedro...Pedro!Creía vivir la trágica noche del asesinato de su hermano menor, su cuerpo paralizado parecía a su vez correr por los pasillos de la casa, se mezclaban el sonido del tiro con el murmullo del movimiento de las ramas del bosque y el salto de las aguas de la cascada...
Fragmento del capítulo "Semana Santa en Gonnet" de la novela de Ana María Manceda "LA NOCHE DE LA FLOR DEL CACTUS"
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