EL SUR TAMBIÉN EXISTE

Si fuesen míos los paños bordados de los cielos, tejidos con luz de oro y plata, los paños azules, sombríos y oscuros de la noche, la luz y el crepúsculo, los tendería a tus pies. Pero yo, siendo pobre, sólo tengo mis sueños. he esparcido mis sueños bajo tus pies. Camina suave porque pisas mis sueños. w.b. Yeats





"Pero aquí abajo abajo,cerca de las raíces,es donde la memoria ningún recuerdo omite. Y hay quienes se desmueren y hay quienes se desviven y así entre todos logran lo que era un imposible. Que todo el mundo sepa que el Sur también existe" Mario Benedetti.


"Un escritor es algo extraño. Es una contradicción y también un sinsentido. Escribir es aullar sin ruido" M. Duras http://t.co/


martes, 10 de septiembre de 2013

“EL DEDO DE DIOS”. ANA MARÍA MANCEDA. ( INTEGRA ANTOLOGÍA “ POESÍA Y NARRATIVA ACTUAL” EDIT.NUEVO SER.2003).

       “EL DEDO DE DIOS”.  ANA MARÍA MANCEDA.
( INTEGRA ANTOLOGÍA “ POESÍA Y NARRATIVA ACTUAL” EDIT.NUEVO SER.2003).



                                                                   


                  Tengo una fábrica de chocolates, parece muy simple y terminante esta afirmación, pero es una artesanía de exquisita y paciente elaboración. En esta tarea todo debe ser creativo, higiénico. Una vez que la plancha del producto está preparada para su relleno empiezo a jugar con mi imaginación y hago posar sobre ella; cerezas al marraschino, higos al coñac, maníes, dulces regionales y demás confites.
                  Para inspirarme observo por las pequeñas ventanas de la gran cocina, el arroyo cristalino que viene bajando desde lo alto de la vega. El bosque autóctono llega hasta el parque de la casa. Siempre me parece ver la figura alta de mi padre vagando por los senderos, su recio cuerpo reflejado en la laguna, mancha amada sobre el agua, cruzada por la familia de patos. Me veo pequeña, leyendo al lado de la cocina a leña, esperando su entrada con los brazos repletos de troncos prolijamente cortados.
                  En la actualidad, ya no se ven desde la casa, parte de los cerros de  redondeado perfil, que parecen deambular hacia el noroeste. Los árboles están muy altos y el terreno loteado, ya se han construido varias cabañas para turismo. Miro el almanaque; veintinueve de Junio de mil novecientos noventa y cuatro. Hay agujas de hielo bordeando el arroyo, tengo que apurarme en la fabricación, ya están llegando turistas y este año promete ser bueno, Chapelco ya tiene nieve, los festejos comenzarán.
                 El domingo decidí aceptar una invitación de Juana para ir a la cabaña de Lago Hermoso con unos amigos, sentí deseos de compartir. Mi vida a los veintisiete años es rutinaria pero tiene la magia del paisaje patagónico. Luego de la tragedia de perder a mis padres me volqué de lleno a seguir con sus tradiciones y sus sueños, entre ellos mantener la fábrica de chocolates y a las familias que dependían económicamente de este trabajo artesanal. Conmigo viven doña Naillanca ( en mapuche: Joya que bajó del Cielo), originaria del lugar, orgullosa y fiel a la que amo entrañablemente, dos perros; un Collie y un raza perro, y Espartaco un gato capón blanco con una mancha negra alrededor de un ojo. La esterilización se la ganó luego de varias peleas amorosas de las que salía siempre salía malherido. Este es mi mundo, mi refugio.
                   Juana y su familia viven en las cercanías de mi casa. Son mis amigos y parte de mi niñez; veranos, cumpleaños, nochebuenas...compartíamos la vida. Era nuestra familia sustituta ya que la nuestra venía de raíces muy lejanas. Juana es más joven que yo, esa condición y su fresco carácter tenían el poder de sacarme de mi mutismo. Por estos días me sentía contenta y esperaba con ansiedad el paseo.                                                                          .                 Luego de cargada la camioneta, previa compra de víveres para dos días, partimos por la ruta que a pesar de estar en los primeros días de Julio, estaba despejada de nieve.  Llegamos a la cabaña cerca de las diez de la mañana. El grupo era ruidoso, comunicativo. Juana y yo éramos consultadas continuamente, pues conocíamos los quehaceres típicos de nuestra región, todos colaborábamos excepto Dany, el novio de Juana, que había ido al aeropuerto a buscar dos amigos que arribaban de Buenos Aires.
                  Hacia el mediodía  el almuerzo estaba  preparado; el asado sobre las brasas del hogar, la mesa puesta, las ensaladas esperando los condimentos. Decidimos tomar mate sentados sobre inmensos troncos, preparados como bancos, ante los ventanales de la cabaña. El sol aparecía y desaparecía entre densas nubes gris topo jugando con la frondosidad del bosque, hacía mucho frío, la nieve, medio congelada, cubría el suelo y se acostaba sobre las copas de los árboles, provocando una suave danza de silenciosa melodía entre las ramas. Estábamos exultantes, toda la charla derivaba en anécdotas o experiencias en la nieve. Se sentía el silencio del paisaje, lo que hacía que nuestras voces y risas restallaran en el espacio, lo constante y equilibrado eran las llamas crepitantes del hogar y el olor deliciosa de la carne asada.    Por el sendero aparece el jeep de Dany, de él bajan los amigos. Los tres hombres entran a la cabaña sacudiéndose  el frío acercándose instintivamente al hogar, nos presentan. Cuando Nathaniel me dio la mano y un beso  sentí que el tiempo se detenía. Los días transcurrieron vertiginosamente, como si huyeran de toda realidad.
                  Ya en la casa seguí con mis tareas, pero parecía que me deslizaba y las horas no pasaban, por la noche nos citábamos con Nathan, ahí sí el tiempo huía. Nos enamoramos. En ese tiempo de locura, en la soledad de mi cuarto, invocaba a mi padre. Fue un sabio, todo lo que hacía y decía era para mostrarme un camino. Lo necesitaba, Nathan era judío y yo era agnóstica, si bien no nos importaba, existían tradiciones y costumbres a las cuales debíamos avenirnos. Busqué entre los cuadernos de mi padre donde anotaba sus reflexiones. No tenía una religión, había leído sobre distintos creencias; la Biblia, el Talmud, sobre la Torá, y sabiduría oriental. El creía que una Energía Cósmica mantenía el equilibrio de un Universo en constante movimiento y expansión. Me solía decir «Lo difícil es encontrar la simplicidad en la perfección de la naturaleza, en el milagro de cada instante, en el maravilloso privilegio se existir». Con sus amigos discutían sobre el origen del hombre, razonaba sobre el destino, me educó libre y con la convicción de eternidad, yo era su eternidad. Entre los papeles encontré un poema dedicado a mí.

POEMA PARA ARIADNA

Infierno y paraíso. Estupidez.
Todo nació en el instante Supremo del Big-Bang.
¿ Qué alquimia tenebrosa gestó parte de esa energía
en monstruos ignorantes?
Son pedazos de Averno que deambulan por el mundo.
Pero...
miremos los pájaros querida Ariadna,
ellos nos regalan los colores del espectro solar,
danzan, ayudan a hacer el amor a las flores.
Pero...
miremos los cachorros, amada Ariadna,
 Sí, los cachorros de cualquier especie
y sabremos por instinto de ternuras ancestrales.
Pero...
miremos las plantas en primavera hija mía
¡Cuánto deleite para el alma!
Pero sobre todo, miremos al niño que nace
y a la muerte dulce de un viejo, esto nos atañe.
Seguramente
estamos viajando con nuestra Galaxia
hacia un puerto más allá del Cosmos.
durante este largo viaje, deberíamos educar a los monstruos.
Dios nos guiará, su Dedo marcará el camino
y quizás sea luminosa la llegada.
Hija, te dejo como ofrenda
todas las religiones de la Tierra
sus luces te alumbrarán, no habitarán
en tu mente, ni el odio, ni la avaricia,
ni la discriminación, ni la injusticia
ni el desdén hacia cualquier criatura.
Si tendrás dignidad,
la dignidad de “Ser Humano”
querida Ariadna.

                  La lectura me trajo paz,  como si mi padre hubiera sabido que tendría  que vivir esta situación.
                  Las horas fluían, nos amábamos con las miradas, con un suave roce, con nuestros cuerpos, con nuestras risas. El mundo viajaba a un ritmo alocado. Paseábamos todo el tiempo, decidimos ir a Bariloche, todo era motivo de sorpresa para Nathan y yo le explicaba secretos de la naturaleza que me había transmitido mi padre. El me contaba de su profesión fascinante; era periodista, especialista en cuestiones políticas sobre el Medio Oriente. Por supuesto su vida transcurría entre hoteles, aviones y faxes. Me nombraba  «Ari» y yo me estremecía. «Ari... el desierto... Ari... las bombas...Ari… El Muro de Los Lamentos». Éramos el movimiento y la quietud; el torbellino y la risa; La historia y la leyenda.
                   Cruzamos Confluencia, nos detuvimos un  rato a observar la belleza del lugar, donde el río Traful se une a las aguas del Limay. La nieve cubría parte del paisaje. Ya en el Parque Nahuel Huapi entramos al Valle Encantado, Nathan escuchaba entusiasmado mi explicación «El viento esculpe las rocas, formando un sinfín de figuras que la mente codifica según su imaginación». Aminoramos la marcha, una forma erguida, dominante, señalaba hacia el cielo ¡El Dedo de Dios! Así lo habían denominado los lugareños ─¿Nathan, creés en el destino? ─Hasta llegar a Bariloche la charla tomó un cariz filosófico, pero una vez  arribados nos olvidamos del mundo. El regreso fue silencioso, como presagiando la despedida.
                  El quince de Julio Nathan debió partir, viajaba a Europa la próxima semana y desde ahí a Israel. Lo llevamos con Juana y Dany   al aeropuerto de Bariloche ya que Chapelco estaba inoperable por la nieve caída. Se sentía el frío, la ruta estaba peligrosa, la nieve se congelaba. Y nos despedimos, no me sentí triste, sabía que siempre estaríamos juntos. Lo vi subir al avión, el brazo en alto, estaba iluminado. Era Energía Cósmica dispersa en el Universo.
                  El dieciocho de Julio Nathaniel esperaba mi llamado en la A.M.I.A., estaría allí, pues debía realizar unos trámites con su tía Esther. Me levanté temprano, prendí la cocina a leña, encendí la radio. La nieve caía copiosamente ¡Qué confortable es mi hogar! Espartaco arrollado al lado del calor, me miraba sabiamente desde su misteriosa existencia y yo no podía dejar de admirar su pelaje blanco. A las nueve horas llamé a la A.M.I.A, siempre ocupado. Insistí. Mientras recordaba lo vivido apareció en mi mente la  figura del “Dedo de Dios”. La radio daba sus flaches informativos, en ese instante sentí que el mundo comenzaba a viajar lentamente. Miré la hora: 9:55 hs. Como cuando era pequeña, me senté al lado de la cocina a leña, poco a poco fui tomando posición fetal y TODO SE PARALIZÓ. ***

















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